La Bolsa llevaba desde 1924 subiendo sin parar. (Aquel año el índice de Nueva York
andaba por los 110 puntos. Tras el fin de la Primera Guerra Mundial,
comenzaba la prosperidad. La presión fiscal había caído en los años
subsiguientes; los sueldos subían; se comenzaba a fabricar en serie, y
sobre todo el automóvil supuso un boom económico incontrolable. Tan
popular se hizo que todas las industrias que de él dependían vieron como
sus negocios se expandían: petróleo, caucho, fabricación de
automóviles.. General Motors, Ford y Goodyear subieron como la espuma en
aquellos años.
Los ferrocariles, la electricidad, el teléfono, el auge de las
comunicaciones. El avance social era evidente y eso se notaba en un
ambiente de euforia por las calles.
Y así, psicológicamente, se estaban asentando las bases para que la Bolsa
se catapultara. Si en 1924 el índice estaba en 110 puntos, a finales de
1925 se había ido hasta los 181 puntos, un alza de un 65% en poco más
de un año. A comienzos del año 1927, las alzas habían apuado ya el
índice hasta 245 puntos, casi un 125% de subida en poco menos de 3 años.
y como en cualquier época de euforia bursátil, la Bolsa, algo que
estaba tradicionalmente reservado para los agentes se trasladó a la
calle. Comenzaron a surgir pronósticos de todas clases y quienes se
aprovechaban de los pocos conocimientos de quienes no estaban habituados
a ese mundo para predecir que con pocos ahorros se podían conseguir inmensas fortunas.
Se llegó a inculcar de tal manera en la mente de los ciudadanos de
que en Bolsa sólo se podía ganar que se apostaban los ahorros de toda
una vida, e incluso, y ese fue el gran desencadenante de la gran crisis,
se empezó a comprar a crédito. Era como una gran globo de aire que poco
a poco se iba inflando con el gas de los créditos concedidos, pero sin
datos económicos ni dinero suficiente que lo corroborara.
Todo parecía sencillo y seguro: los agentes de Bolsa prestaban el
dinero para invertir por un 10% de interés con la garantía de los
títulos adquiridos. Este agente se iba a un banco y depositaba los
títulos en garantía, pero era tal el volumen de créditos concedidos que
los Bancos recurrían a la Reserva Federal para obtener el dinero que
dejaban a los agentes. Y lo hacía por un 5% de interés. El agente de
Bolsa, así, obtenía una ganancia además de un 5% mientras el inversor
obtenía los beneficios de una Bolsa que parecía que siempre iba a subir.
En 1927, los créditos en acciones sumaban ya un importe de 3.500 millones de dólares.
Y era esa misma cantidad de dinero en circulación la que le daba alas
a la Bolsa inflándola más y más. Sin embargo, nadie se paraba a pensar,
que si la Bolsa bajaba, el inversor quedaría atrapado y sin dinero
conque cubrir el dinero prestado. Tampoco entonces el agente podría
garantizar su pago a los Bancos, ni el Banco devolverle el dinero a la
Reserva Federal. La última solución sería vender las acciones para poder
pagar las deudas y eso conllevaría a un caos bursátil.
En 1928 la Bolsa seguía su marcha irrefrenable, a pesar de que
emepzaron a darse los primeros latigazos de alguna que otra caída
fuerte, como la del 12 de junio, cuando al acabar la sesión en los
periódicos se anunció el desplome de Wall Street. Nadie se imaginaba que
aquella caída de apenas 25 puntos sería una raya comparado a lo que
sucedería un año después.
Toda esta euforia se aprovechaba en política para lograr votos y así el candidato Herbet Hoover consiguió ser Presidente de 1929 a 1933 gracias a su campaña en la que anunciaba que con él continuaría la prosperidad.
Después de aquellas elecciones, la Bolsa subió hasta los 331 puntos.
Casi un 200% con respecto a 4 años antes. Se había triplicado
practicamente, mientras que los préstamos ascendían ya a 6.000 millones
de dólares.Via)
En marzo de 1929 aún continuaban las subidas fuertes, sin embargo,
comenzaron a circular rumores de que la Reserva Federal preparaba
medidas que pudieran paliar posibles recesiones y caídas económicas. Los
nervios empezaron a fluir por el parqué. Grandes magnates empezaron a
salirse, como Joe Kennedy. El primer varapalo ocurrió el 25 de marzo de 1.929.
El índice cayó 9,5 puntos. El martes 26, los nervios estaban desatados y
se vendía lo que se podía. Los intereses se dispararon en un día hasta
el 20%., sin embargo, Charles Mitchell, utilizó el dinero del Banco de
la Reserva Federal para cubrir las ventas y eso frenó la caída e hizo
recuperarse la confianza. Aún así, aquel segundo día de pánico, la Bolsa
cayó 15 puntos.
El susto se olvidó rapidamente y pronto la Bolsa comenzó a subir de
nuevo con fuerza. 118 puntos más subió la bolsa en los 8 primeros meses.
Los créditos se disparaban ya hasta los 7.000 millones. En octubre de
1929 la Bolsa parecía cansada, y el viernes 18 el índice cayó 8 puntos.
No era más que una caída antes de seguir subiendo, pensaron la mayoría.
Todo lo contrario, se aprovecharon los dos días de caída para comprar
“más barato”.
El miércoles 23, la Bolsa subió un gran golpe al
bajar en una sola sesión 31 puntos (casi un 7%). Aquel día sólo fue un
augurio de lo que pasaría al día siguiente: el fatídico y recordado Jueves Negro de Wall Street.
Salió tanto papel de golpe que los precios empezaron a caer de forma
incontrolada. La Bolsa entró en caída libre; los agentes de Bolsa pedían
desesperados garantías para aquellos títulos que se habían comprado a
crédito, pero obviamente, nadie podía cubrirlos. Los mismos agentes de
Bolsa, para cubrir esas pérdidas, vendían más acciones provocando nuevas
bajadas. Varias veces ocurrió durante la sessión ésto, cuando aún se
trabajaba a voz en grito en los corros. La sesión fue una auténtica olla
de grillos donde los nervios aparecían por el más mínimo contratiempo.
Empezaron a circular rumores de suicidios y la gente de la calle,
curiosa, empezó a entrar en las instalaciones o acumularse en la calle.
La policía tuvo que intervenir para disperarlos. Aquéllo fue un caos.
Pero curiosamente, en un nuevo atisbo de locura bursátil, cuando todos
acumulaban pérdidas, aparecieron las primeras comprar. Cinco grandes
banco invirtieron en grandes cantidades. Al final de aquel Jueves Negro,
la caída fue tan sólo de 12 puntos, apenas nada, pero de por medio,
había dejado en la más completa ruina a muchas familias americanas.
Pero la Bolsa se quedó tocada por la desconfianza. El lunes 28 de octubre, la Bolsa cayó 49 puntos pero el que pasó a la Historia fue el Martes Negro.
Aquel dia se vendieron más de 16 millones de títulos, el record de
ventas, y el índice cayó 43 puntos. No fue solamente aquel dia el que
acabó arruinando a bancos, empresas o inversores particulares. Fue
aquella sucesión de caídas vertiginosas, las que acumuladas, tumbaron a
las grandes fortunas. En pocos días, la Bolsa norteamericana había
perdido un 25% de su valor, casi cinco mil millones de dólares de la
época.
Y como ocurre en las grandes crisis, si aquel fue el culmen en una sola sesión, no fue ni mucho menos el mínimo que se alcanzó. A mediados de noviembre la Bolsa norteamericana ya había perdido la mitad de su valor. En apenas un mes había pasado de 415 a 224 puntos, y así hasta que su mínimo histórico lo marcó el 8 de junio de 1932, más de 2 años y medios después de continuas bajadas, que dejaron finalmente el índice norteamericano en ¡¡58 puntos!!.
Se descubrieron fraudes (los hechos por quienes pensaban que podian
sacar dinero de las empresas, invertirlo, ganar y devolverlo rapidamente
a la empresa), hubo familias enteras arruinadas, hubo suicidios
masivos, quiebras bancarias, cerraron mas de 4.200 entidades bancarias
dejando sin fondos a quienes en ella tenían sus ahorros…
Y como sucede en todas las caídas, finalmente terminó llegando a Sudamérica, Europa, y hasta Australia.
Aquella crisis acabó por denostar a Primo de Rivera en España a quien
le achacaron la grave crisis económica por la que pasaba España, surgió
la República en España; Inglaterra se cerró tras sus fronteras y abandonó el patrón oro; el paro se disparó en Francia
e Inglaterra, por ejemplo; el malestar y la crispación social producto
de la crisis económica se disparó y en Alemania, un joven soldado
austríaco empezó a abrirse paso como símbolo de la salvación económica y
el poderío alemán. La inversiones se habían dirigido especulativamente a
Estados Unidos y la especulación perjudicó gravemente a Alemania que
vio como el paro subía hasta más de 6 millones de personas y poco a poco
se fue levantando entre la masa social un odio irracional hacia el
capital. De 108.000 carnets nazis en 1929, se pasaron a 800.000 tres
años después.
Aquel huracán llamado crack del 29 en Nueva York
había desencadenado la mayor crisis europea y mundial que se recuerda
en el siglo XX. Hitler había nacido al mundo, y con él, poco después la Segunda Guerra Mundial. Hasta la reciente crisis de 2008, no se recordaba mayor recesión global que la surgida en la ciudad de Nueva York en el 29.Via
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